El oro y la moral son asuntos muy distintos. Para empezar el oro y todas las injusticias que trae nos financian el juego a los que no gastamos o no queremos gastar mucho. Por malo que sea el oro, tiene su aspecto positivo, y no es pequeño, porque sino cierran el chiringuito. El problema con el oro es que los que no lo usan no entienden que les corresponde un juego distinto, una estrategia distinta. Si no tienes ejército suficiente para el campo de batalla, tienes la sierra, el monte, para hacer guerra de guerrillas. Y olvídate de los rankins.
Pero volviendo al tema, luego resulta que ese pobre jugador que hace temblar a su tarjeta de crédito no tiene nada que hacer contra un premium-moral. Todo el oro de grépolis no puede superar a la moral, y es gratis. No es que me comparezca del pobre premium-oro, ni mucho menos, pero si a él le pasa eso, pues imagina a los pobres de verdad en oro y en moral (moral baja en ataque, claro). A éstos les dan por los dos lados.
Hasta ahora el uso de la moral de forma estratégica es muy limitado, por desconocimiento y por reparos. En cuanto se convierta en algo sistemático por parte de jugadores y alianzas, el oro bajará de cotización más rápido que un globo pinchado. Entonces, igual, la empresa se replanteará lo de la moral.
Mientras tanto yo hago campaña contra la moral y animo a su uso estratégico. Parece algo contradictorio, pero llevan a lo mismo. Eso espero.